Todo ocurrió durante un viaje de tren. Me disponía a volver a mi pueblo después de dos meses de ausencia, cuando recibí una llamada. Se trataba del encargado de una conocida tienda de libros, y quería entrevistarme para un puesto vacante. Acepté, pero los problemas comenzaron cuando me dijo que debía estar en la tienda al día siguiente, algo que me resultaba imposible ya que estaba fuera de la ciudad. Por lo que le confesé que me encontraba de viaje, a lo que él se ofreció a entrevistarme otro día. Finalmente concretamos la fecha para el viernes, es decir, dos días después, por lo que mi viaje a mi pueblo fue fugaz y efímero.
Debido a la escasez de trayectos disponibles desde mi pueblo hasta Alicante en tren, mi margen horario era muy escaso, y la única posibilidad radicaba en ir a la entrevista con maleta incluida, recién llegado del viaje, directo desde la estación.
Y así me presenté en el establecimiento, con la maleta, y mis ganas de hacer la entrevista. He de reconocer, que como mi anterior "entrevista" fue un puro trámite insustancial, caí en el error de pensar que esto sería igual, de manera que no me lo preparé. Solo pensé en las preguntas que podrían hacerme cuando, estando esperando en la estación de Alicante a que se hiciera la hora de la entrevista, entré en una librería y me puse a hojear, por casualidad, un libro sobre cómo enfrentarse a las entrevistas de trabajo. En él había un capítulo detallado sobre las preguntas más comunes que solían hacerse en el proceso entrevistador, por lo que me imaginé cómo las contestaría yo.
Esa fue mi suerte, porque gracias a ese libro, pude desenvolverme mejor en la entrevista, ya que me hicieron tres de las preguntas que aparecían en ese capítulo y que, si no hubiese ido sobre aviso, me habrían pillado desprevenido y sin saber qué contestar.
La entrevista en sí fue un éxito, a mi modo de ver; me sentí seguro y cómodo contestando a las preguntas, de una forma resuelta y sin titubear. El tipo de preguntas se ajustaban a lo que me esperaba o a lo que había leído, como por ejemplo: tres virtudes que poseo, qué me gustaría cambiar de mí, cuándo fue la última vez que ayudé a alguien, aficiones, intereses, relatar mi último viaje, cómo me veía en 5 años, etc.
En cuanto a la presentación, no fue la más adecuada, ya que llevaba la maleta, y la tuve que dejar en la caja junto con el dependiente, y tampoco pensé en la ropa que llevaba, no creí que fuese relevante. En lo que sí llevé más cuidado fue en la presentación física, como por ejemplo estar afeitado y bien peinado.
Sin embargo, al final de la entrevista, el entrevistador se cercioró de que había llevado la maleta, por lo que me dio las gracias por el esfuerzo de haber ido así hasta la entrevista, por lo que ese punto negativo se tornó en algo positivo inesperadamente.
En referencia al CV, estaba recientemente actualizado, además el entrevistador se apoyó en él en todo momento para preguntarme acerca de mis experiencias y tomar notas de lo que contestaba.
En conclusión, la entrevista resultó gratamente satisfactoria y salí de ella orgulloso, sabiendo que había contestado a todas las preguntas de manera directa, sincera y sin ambages.
Y ésto lo pude comprobar porque hace unas semanas me telefonearon para confirmarme que había conseguido el puesto. Comienzo en un par de semanas. Y aunque es solo para la campaña de Navidad, espero y deseo que mi trabajo sea óptimo y puedan contar conmigo en futuras ocasiones.
Y para terminar, aquí os dejo un vídeo muy interesante sobre las pautas a seguir en una entrevista de trabajo, tanto en el antes, como en el durante y el después.
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